Aprendizaje significativo

Fíjese usted que me lastimé la mano cuando estaba lavando trastos. Tengo trabajos ocasionales de ayudante de cocina. Asistonta, no. Asistente, sí. Aclarando, por la dudas y las burlas posibles cuando cuento esto.

Cinco puntos en mi mano, pero no tomé el antibiótico ni quise me pusieran inyecciones. Es que no me gusta.

La doctora me dice que haga ejercicios con los dedos y no me queden encogidos e insiste tome la medicina y evitar cualquier infección. Pero soy terca.

Tengo dos niños de diferente marido: una nena de 5 y un nene de 1 año y medio. Lindos mis bebés. Aunque soy sincera, me está costando mantenerlos. Los papás irresponsables no pasan gasto y no sé dónde chingados están. Pero mejor no saber de ellos.

El aprendizaje significativo me entró con sangre, golpes, patadas, marcas, gritos, insultos, cuando mi ex me daba maltrato físico y psicológico y sexual, el desgraciado. Me fui huyendo de donde vivía.

Luego conocí a Charlie, el papá del nene y cuando me hablaba un poco fuerte, me le enfrentaba y me le iba encima. El pobrecito, se asustaba, porque me decía: ¡mirá! solo te estoy hablando claro y sin gritos.

Pero el recuerdo de los gritos y golpes quedaron marcados de ese aprendizaje horrible que me dieron, me hizo así. Ahora no me dejo. Charlie se fue… Tuvo miedo y con razón. Ya no me dejo de nadie, menos de los hombres.