Cada hora devora los minutos y segundos, corriendo hacia su fin cada día, como los días corren hacia el mes, y los meses al año. Reunidos, se convierten en tiempo. Así es el amor.
Une los momentos como puntos donde la alegría transita, dejando un invierno cuando las parejas se alejan por la distancia de sus obligaciones.
Estas obligaciones, como relámpagos, deben cumplirse, y una vez más, los momentos se convierten en puntos del tiempo que la nostalgia instala hasta un nuevo encuentro. Días que no se ven ni se sienten, pues son rocío de recuerdos que estallan cada vez que se vuelven a tocar. Así también es el amor.